viernes, 28 de febrero de 2020

Mañana será bisiesto


Fotograma de Año bisiesto, 2010. Película mexicana, interesante y cruda. 


Escribo desde la última vez. Escribo desde ya no sé cuándo. Escribo porque me lo pide mi soulmate. Escribo no porque per se me lo haya pedido mi soulmate, sino porque acabo de ver que mi soulmate escribe again. Que escriba mi soulmate again es un bien y una llamada de socorro, una especie de aviso: escribe, me dice, escribe, me digo, por favor. Y escribo. Escribe mi soulmate y vuelve a escribir bien. Again. Escribe sobre pianistas con cascabeles en la rodilla, escribe con caricias, escribe lisa y llanamente bien. Aunque escribiera tan bien como ella, yo no podría escribir mejor. Escribiría palabras insensés, que diría Jacques Brel. Escribo cosas que sólo leo yo. Escribo cosas que nadie más leerá. Escribo cosas que me guardo en el PC. Escribo cosas que me guardo en el PC y que sólo le daría a leer a alguien como mi soulmate. Escribo cosas que le daría sólo a leer a mi soulmate porque en el fondo se parecen mucho a mi soulmate.

Escribo cosas con alguna palabrota. Escribo cosas que en ocasiones no me gustan. Escribo cosas que a veces no vuelvo a leer. 
Escribo cosas que a veces no recuerdo. Escribo cosas que antes no hubiera escrito. Escribo cosas que me salen del corazón y otras veces desde más abajo. Escribo cosas sin parar. Escribo cosas para que algún día las leas tú. Y tú. Y solamente tú. Escribo cosas que hablan por tus ojos. Escribo cosas para que tú seas quien les dé el sentido. Escribo cosas de jazz, de cine, para variar, pero también ya de la vida, de la vida jodida, de sexo, de amor, de miedos, de películas otra vez, de Billie Holiday o de Lester Young, de todo lo que no me atrevo a decir cuando no me atrevo a decir. De la música que no escucho tanto desde 2020, de Jorge Drexler, de las mujeres que son hermosas, de mis años, de mi edad, de mi soledad, del snooker, de Ronnie O’Sullivan, de las cenas, de las comidas, de las magdalenas que me hago de zanahoria, del tic tac de un reloj, del Zaragoza, del número 29 
de febrero, de Carlos Gardel, de las fotografías de las actrices de los años 30, de Jean Arthur, de Margaret Sullavan, de mi soulmate (y culo inquieto) allá donde esté, de las portadas de discos chulas, de los libros que leo sin querer saber de ellos, de lo pronto que me voy a dormir, de caminar, de no bailar, de amar, de lamentar, de recordar, de dormir y de despertar.

Escribo y me callo, porque a veces es la mejor forma de hablar. Mañana es un año bisiesto.