14 de octubre de 2024. Mi habitación. Técnicamente ya 15. Dentro de dos meses, navidad. Hoy todavía no es navidad, es octubre y es otoño. Escucho a Serrat cantar en catalán. Otra balada en otoño. Es una versión del Suzanne de Leonard Cohen. Aplaudo la casualidad, que dicen que no existe y yo asiento. A Serrat le darán pronto un premio de una institución en vías de extinción que ya le dieron a Leonard Cohen antes de que Cohen confirmara con su muerte que las leyendas nunca mueren. A Serrat le queda cuerda aunque ya sea una leyenda. A Serrat un día se le llamará de todo, pero será casi demasiado tarde. Y ese día Serrat se reirá como se reirá Sabina. Casi de la misma manera. Los premios éstos te hacen viejo y te recuerdan que cada vez te queda menos para que te rías. Por última vez, porque ya se sabe lo que dicen de cuándo se ríe mejor.
Serrat le cantó a más nombres de mujer. Irene, Helena, Lucía y Penélope. Todos hemos conocido a alguna chica que se llamaba así.
Todos tenemos una prima segunda que se llama Susana.
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