Portada (preciosa) de White Satin de George Shearing, 1960
El jazz es USA. Miles y tal. Hoy va a ser UK. El jazz de
Leonard Feather, el más grande de los estudiosos-críticos-productores del siglo
XX. Pues no era USA. USA es jazz y viceversa y los más grandes son de ahí.
Miles y tal. Pero hoy el jazz aquí es UK. George Shearing, que no vio más que
la oscuridad en su vida, tocaba el piano, compuso el Lullaby of Birdland en
honor a Parker y era inglés. Victor Feldman, lo mismo, pero veía y también
tocaba el vibráfono. Tony Scott, los vientos. ¿A que no le pega mucho a UK eso
del jazz?
Le pega. ¿Sabes Jamie Cullum? Si eres mujer te tiene que mover
algo por dentro. Canta, toca (toca, o lo explota) el piano y Clint Eastwood le
dijo que pusiera su voz al final de Gran Torino. Es inglés. Sé que te gusta. Le
da otro ritmo a la cosa. Imagina. Te vas a enamorar esta noche:
Pasamos por el Covent Garden y Jamie esa noche. Allí, tú y
yo que nos hacemos con dos entradas. Cómo, eso no puedo decirlo. El caso es
que el Covent Garden. Se desmelena. Tú te desmelenas. Literal. Jamie se sube al
teclado. Efectivamente lo explota. Toca el Lullaby of Bridland. Dice no sé qué
de Parker y tú me lo traduces. Ah, digo yo, que me había parecido entender algo
sobre un pájaro. Parker sobrevuela gracias a un veinteaños que calza zapatillas
blancas. El Covent Garden da la impresión de que está poblado sólo por chicas
como tú. Os veo alborozadas. ¿Qué coño es esto, Los Beatles? Saltas, yo no, por
pudor. Ahora Cullum se sienta y toca y canta el My Funny Valentine. No hace falta
que me digas nada ahora, te digo, ha nombrado a Chet Baker. Y tú te
calmas. El Covent Garden se calla. Último acorde. La gente casi ni se atreve a
aplaudir. No puede. El hijo puta se arranca con el Spain de Corea. Nos sonreímos.
Covent Garden español, te digo al oído. Das palmas por lo bajo. Aplaudimos extemporáneos.
Serán hijos de la Pérfida Albión.
Salimos. Nos espera una noche muy inglesa. Le he cogido un
poco de tirria a Jamie Cullum. Es guapo el cabrón. Os pone. Os mola. Y encima
es inglés. Yo te digo que en realidad soy más de Liverpool. Los cuatro y eso. Y
me prometes que la próxima será para ellos. Pero el año que viene, me espetas. Y
yo no sé por qué te creo y te lo perdono. Y tú te pones a tararear el Lullaby
of Birdland. Y me dices “next year, baby”.
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