Buenas noches, Charlie Parker. Cómo está usted. Escuchando aquí
el Lover man que tuvo a bien grabar de manera magistral y pensando que quizá me
lo voy a poner en repeat. Ya lo ve, enganchado, como usted a su heroína, me
tiene. Usted es mi héroe. Chan Parker, que perdone le diga es una de las
mujeres más bellas que me hubiera gustado conocer, fue su otra droga, ésa que
se tomaba usted fuera del matrimonio, ese flequillo que usted amaba y que yo
envidio, sí, me hace usted tener celos de usted. Un hombre negro y una bella
mujer blanca en los años cincuenta, no tiene usted remedio. Se hizo una
película de usted y a la chica se le veía muy enamorado de usted. Si todo fue
verdad, redoblo mis celos con usted.
Es la primera vez que me dirijo a usted en estos términos y
en cualquiera. Me sobran motivos. No puede ser de otra manera si es oro todo lo que reluce en usted. Su saxo alto merecía ser de oro. Me imagino a usted
bañarse en oro, porque de todo era usted capaz. Me lo imagino con su hermano Dizzy
Gillespie bañándose en una piscina rellena de oro. Me lo imagino en esa piscina amando como un
Lover man, al que desde casa no ven y le dicen Where can you be, como cuando los compañeros, esos
pianistas, esos contrabajos, esas
baterías, le esperaban a usted para comenzar la grabación y usted aparecía
montado en caballo. O con el mono a cuestas. ¿Fue con el Lover man que pasó
esto?:
Lo dicen en esa película que le digo. Hay un actor al cual ya no llamo
por su nombre, sino como Charlie Parker. Para mí ese chico, Forest Whitaker, es
usted, es Charlie Parker. Es como las simbiosis ésas. Señor Charlie Parker.
Lo que quería decirle es que este jueves le voy a poner a
usted un poquito en lo que usted llamaría giradiscos. Los tiempos han cambiado
un poco y si le digo ipod usted quizá me lanzaría el saxo a la cabeza, como
hizo usted el día del Lover man. Si es que es verdad lo que dicen en esa
película. Y yo a Clint Eastwood le creo. No, a éste usted no le conoce. No le
dio tiempo. Se murió usted demasiado pronto. Cómo puede alguien morir sin
cumplir los treinta y cinco. No es afirmación, es un reproche, un lamento,
una jodienda, o llámelo usted como quiera. Pero la próxima vez no se muera
usted a mitad de camino. Sin dejar acabada la casa. Sin terminar ese solo. Si eso,
tire usted cuantos saxos altos quiera a la cabina de grabación. Engánchese,
llame a The mooche y métase dentro de un cuarto de baño. Pero luego llame a Chan,
pídale socorro, ella le pedirá que le diga “oh, where can you be”. Dígale
dónde, acepte su regazo, muérase en él, pero no tan pronto, señor Charlie
Parker. Muérase en los brazos de la mujer más bella que envidié conocer de la
década de los cincuenta. Ámela, sea su Lover man. Tóquele unos cuantos solos. Le
envidiaré todavía un poquito más.
Y luego duérmase. Y ella le dirá Buenas noches, Lover man; buenas noches, pajarito; buenas noches, Charlie Parker.
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