miércoles, 28 de agosto de 2013

Jesucristo

Yo

Soy Lester Young. No soy el Lester Young que todo el mundo conoce, ese Lester Young que está muerto. Pero yo también me llamo Lester Young. Y tú, que te llamas también Lady Day, aunque tampoco eres la Lady Day que todo el mundo conoce y que también se murió. Tú eres Lady Day. My lovely, o my Darling. Los dos, ya digo, nos morimos casi a la vez, ¿te acuerdas? (¿Pero no habíamos dicho que no somos esos Lester Young y Lady Day?) Era 1959. Nos fuimos cada uno por su lado. Y te extraño. Como se extraña una canción que no tienes metida en el ipad. Ipad. Olías muy bien, eso nunca te lo dije lo suficiente. Lady Day. Y de la noche también eras mi señora. Señorita. O qué. Si fuéramos en verdad yo Lester Young y tú Lady Day, tú te pintarías por orden de algún fascista de betún porque si no no cantarías en su club. Y yo tocaría en otro club pero en cuanto pudiéramos nos mandaríamos un wasap, oye cuándo acabas (recordar que no somos esos Lester Young y Lady Day ni estamos  en el año 42, por ejemplo. Ni yo mismos sé dónde estoy ni dónde estás tú, por eso te mando el wasap). Y yo cogería el metro si ¿hay metro a esas horas? Y nos vemos en el bar. El bar. Y tú me tocas el saxo, la funda, lo sacas y lo tocas. Y hueles muy bien, eso viene antes de no decirte que me beses, porque tú y yo nunca nos besamos (Bueno, aquella vez en que después nos reímos y reprocharnos ese "¿nos hemos besado?" Damn it, Young boy. Young boy). Y tú pones algo en el jukebox. En realidad ese bar no tiene jukebox en 1942, pero es que hace falta repetirlo, no estamos per se en 1942 ni tú eres Lady Day ni yo Lester Young. O sí. Cantas esa canción del jukebox, mejor que quien canta esa canción del jukebox. Y me dices que la tenemos que grabar con el grupo. El grupo de 1937, que ya no nos vemos ninguno. Qué fue de Buck. Hueles muy bien, pienso, porque yo soy, repito, yo soy Lester Young. Y no creo que te acuerdes del día que es hoy, porque tú para eso de los cumpleaños, ya sabes. Hasta me dices que si es el tuyo, cuando te pregunto si no sabes de quién es hoy el cumpleaños. Lo dices así, con toda la cara del mundo y una copa de alcohol, que si es mío el cumpleaños. O sea, el tuyo. “¿Es mío el cumpleaños?”, dices. Estamos en 1942 y yo te digo que hoy cumplo treinta y tres años. Coño, la edad de Cristo. Eso dices, Jesus Christ, exclamación. Y ahora eres tú quien me dice my Darling, y my lovely y my Press. Y te aprietas y yo siento tus tetas y me das un beso. Damn it, Lady, what have you done (recordar que no somos Lester Young ni Lady Day ni estamos en 1942. En 1942 no hay ipad ni wasp, pero sí jukebox). Y yo digo eso pero también te beso. Y digo damn it y más cosas. Porque tú y yo, salvo aquel beso, no hemos hecho nada, solamente amarnos. Damn it, digo y te beso. Nos besamos. Nada más que nos besamos. Y dices Jesus Christ mejor que nadie lo haya dicho nunca, en la vida. Ni Pilatos. Y me llamas Jesus Christ, sin exclamación ahora, me dices que yo soy tu Jesucristo. Y me quedo pensando en que soy un Jesucristo negro. Habrá que registrar la patente. Por si eso. Por si un presidente negro, o así. Y me llamas también Press, porque para ti, me dices, soy el hombre más importante de los Estados Unidos. Y ahora de la creación, me dice, Jesucristo. Negro, apuntillo. Y sacas el carmín y escribes una jota en mi frente y sacas el ipad y me haces una foto. Y una pe también. Y te pones un poco en los labios. Cuando nos levantamos y nos vamos (dónde nos vamos), queda la marca de tus labios en el vaso de alcohol. 

lunes, 19 de agosto de 2013

El día del Lover man

Bird en 1954 (c) Dennis Stock

Buenas noches, Charlie Parker. Cómo está usted. Escuchando aquí el Lover man que tuvo a bien grabar de manera magistral y pensando que quizá me lo voy a poner en repeat. Ya lo ve, enganchado, como usted a su heroína, me tiene. Usted es mi héroe. Chan Parker, que perdone le diga es una de las mujeres más bellas que me hubiera gustado conocer, fue su otra droga, ésa que se tomaba usted fuera del matrimonio, ese flequillo que usted amaba y que yo envidio, sí, me hace usted tener celos de usted. Un hombre negro y una bella mujer blanca en los años cincuenta, no tiene usted remedio. Se hizo una película de usted y a la chica se le veía muy enamorado de usted. Si todo fue verdad, redoblo mis celos con usted.

Es la primera vez que me dirijo a usted en estos términos y en cualquiera. Me sobran motivos. No puede ser de otra manera si es oro todo lo que reluce en usted. Su saxo alto merecía ser de oro. Me imagino a usted bañarse en oro, porque de todo era usted capaz. Me lo imagino con su hermano Dizzy Gillespie bañándose en una piscina rellena de oro. Me lo imagino en esa piscina amando como un Lover man, al que desde casa no ven y le dicen Where can you be, como cuando los compañeros, esos pianistas, esos contrabajos,  esas baterías, le esperaban a usted para comenzar la grabación y usted aparecía montado en caballo. O con el mono a cuestas. ¿Fue con el Lover man que pasó esto?:


Lo dicen en esa película que le digo. Hay un actor al cual ya no llamo por su nombre, sino como Charlie Parker. Para mí ese chico, Forest Whitaker, es usted, es Charlie Parker. Es como las simbiosis ésas. Señor Charlie Parker.

Lo que quería decirle es que este jueves le voy a poner a usted un poquito en lo que usted llamaría giradiscos. Los tiempos han cambiado un poco y si le digo ipod usted quizá me lanzaría el saxo a la cabeza, como hizo usted el día del Lover man. Si es que es verdad lo que dicen en esa película. Y yo a Clint Eastwood le creo. No, a éste usted no le conoce. No le dio tiempo. Se murió usted demasiado pronto. Cómo puede alguien morir sin cumplir los treinta y cinco. No es afirmación, es un reproche, un lamento, una jodienda, o llámelo usted como quiera. Pero la próxima vez no se muera usted a mitad de camino. Sin dejar acabada la casa. Sin terminar ese solo. Si eso, tire usted cuantos saxos altos quiera a la cabina de grabación. Engánchese, llame a The mooche y métase dentro de un cuarto de baño. Pero luego llame a Chan, pídale socorro, ella le pedirá que le diga “oh, where can you be”. Dígale dónde, acepte su regazo, muérase en él, pero no tan pronto, señor Charlie Parker. Muérase en los brazos de la mujer más bella que envidié conocer de la década de los cincuenta. Ámela, sea su Lover man. Tóquele unos cuantos solos. Le envidiaré todavía un poquito más.

Y luego duérmase. Y ella le dirá Buenas noches, Lover man; buenas noches, pajarito; buenas noches, Charlie Parker. 

lunes, 5 de agosto de 2013

No digas que fue un sueño

Smoke

Cuántos años, querido Pops, amigo Louis, cuántos años cumpliste ayer, sempiternos dientes blancos en rostro oscuro, nacido en el Nueva Orleans más negro, más putero, mas cry me a river. When it's sleepy time down south te parieron y creciste y aprendiste. Y conociste que las mujeres son como esa corneta que te pusieron por primera vez en los labios; labios, mujeres y cornetas, los tres amores de tu vida. ¿Recuerdas lo primero que tocaste? Quizá fue todo uno y a la primera mujer le tocaste un blues y tus labios sellaron una boca y una boquilla, no sabría decir el orden, querido Pops. Quién y por qué te puso ese sobrenombre, Satchelmouth, lo dejo al arbitrio de la leyenda o de nuestra imaginación. New Orleans, do you know what it means. We still miss you.

Digo que cuantos años cumpliste porque ya he perdido la cuenta de tu inmortalidad, tengo en cuenta que viviste varias vidas en una, quizá más que ningún otro, y como dijo el genio de la rayuela, "y Satchmo por todas partes con el don de la ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero". Y nosotros, que ardemos en deseos de acompañarte en tu vida futura que abarcará horizontes lejanos, lugares que tu quizá quieras recordar y lugares que descubriremos juntos.

Será cuando nos quedaremos solos. Me refiero a después, cuando acaben los conciertos, permíteme la libertad de quedarnos a solas contigo, con tu sonrisa y sin tu sonrisa, con lo que te tomes al albor de la soledad, no haremos ruido; lo más, observarte, ella y yo te observaremos y nos entrará envidia de tus mujeres, a mí al menos me entrará, y ella me traducirá ese deje de New Orleans y tu voz carrasposa y tú la miraras mucho y a mí me entraran los celos y ella se enamorará del Satchmo del Potato Head Blues que le tocarás sólo a ella (y yo tercio y te pido que le des al West End Blues). Y entonces ella hace de Ella y hacéis un dueto y cantáis el Autumn in New York. Y eso.

Y acabamos ella y yo viendo cómo te desvaneces y luego haces eso de que todo parezca que ha sido un sueño, con humo y así, porque tú las vidas las vives como de prestado y cuando dan las uvas tú tienes que devolver las cornetas y te despides con esa sonrisa y el fundido a negro y entonces nos quedamos ella y yo cerrando todo otra vez y nos vamos enamorados de ti, a quien no hemos podrido preguntar (de nuevo nos quedamos con las ganas de saberlo) por tu puñetera edad, la de verdad, la que no sale en las enciclopedias, que cuántos años tienes ya, coño, que aunque no importe mucho ya va siendo hora de que dejes de tocarnos la moral con el tema. Amigo Louis, me quedo solo con ella. Con las prisas... teníamos una tarta preparada para ti. Ha sido idea de ella. Te la guardamos. No te marches muy lejos. Te queremos. Tenemos muchas ganas de ti.