lunes, 26 de marzo de 2012

Jazz story

Count Basie (izqda.) y Duke Ellington (dcha.). En 1961 grabaron First time con sus respectivas orquestas al unísono. Foto de Don Hunstein.

Por supuesto que tiene historia, tiene historia esta foto. Tiene toda la historia del jazz, toda la historia del mundo. Tiene dos formas de sonrisa, dos formas de vestir, dos formas de ser negro, que es la misma cuando se trata de tocar (de sentir) el jazz. Para los que aún no lo sepan, el que escucha (y sonríe, y cómo sonrió siempre) es un duque. El que le habla un conde. Los dos juntos, ya lo digo, la historia del jazz.

Si te conoce la gente que sabe quién eres por dos títulos nobiliarios, vosotros no lo sé, pero yo me sentiría un poquito responsabilizado. Ellos dos lo sabían y para demostrarlo (maldigo el día y volveré a maldecir en que las personas que nos hacen sentir más felices se nos van, por eso me gustaría seguir hablando en presente) sonreían. Y le daban al piano. Y dirigían las dos organizaciones de jazz band más grandes que han existido nunca (ni existirán, a no ser que remedes, copies y calques. Lo sé, hay otras, pero hay que saber sonreír). Me siguen poniendo los pelos como escarpias recordar sus dos organizaciones, sí, dos familias, a las que podías volver con las orejas gachas tras un período de hijo pródigo (verdad, Johnny Hodges, Little Rabbit forever, y el jefe no se inmutaba y te invitó – te lo había guardado - a sentarte de nuevo en tu sitio). Prácticamente nadie les podía toser. O te postrabas ante ellos si les nombrabas o te ponías de pie antes de hacerlo. Y luego decías amén.

(Observad la gorra de marinero. Siempre me dije que hay que tenerlos bien en su sitio para aparecer así antes tus subordinados).

La foto tiene historia y sólo saca una sonrisa y una gorra de marinero. Una camisa de rayas, otra negra. Yo también veo (¿acaso no los veis?) a los cuarentaytantos miembros de esa gran familia. Los veo a todos. Se ríen, alguno se ha ido a tomar el aire en compañía de su homónimo de orquesta ajena. Ese día las dos organizaciones más importantes de la historia del jazz grababan un disco que podía sonar todo lo alto que quisieran el que habla y el que escucha y sonríe. Lo realmente imposible hubiera sido decirlo más claro. Ambas dos orquestas, la de un conde y la de un duque, se tomaban un descanso. Se iban a tomar el aire, a escucharse y sonreírse o a quedar esa noche para ver el partido de los Yankees. Me pido boleto contigo para el día que se saquen de la chistera de una vez la máquina del tiempo. Me pido hacerme un hueco contigo en aquella esquina que se ve, que no haremos mucho ruido, lo prometemos (y a la vez cruzamos los dedos). Está en juego ser testigo, que esa noche se parió de nuevo el jazz.
Take The "A" Train by Duke Ellington & Count Basie on Grooveshark