lunes, 31 de octubre de 2011

La canción más bonita del mundo

Smile, smile, smile

Seguramente que Charles Spencer se quedó bastante ancho el día, o la noche o el tiempo que le costase redondear la idea, en que dio carpetazo a su cuadernillo y a unas simples notas. Imagino un cuadernillo bastante descuidado, en el que Charles Spencer anotara, conforme pasaban los años, conforme le venían las ideas, ideas que se le vinieran a la mente, ideas que no pararían de brotarle desde el día en que cruzara el charco, porque Charles Spencer, siempre hay que recordarlo, tuvo que cruzar el charco y no, aquélla no era su nacionalidad. En esa libreta de saldo imagino anotaciones al margen, letra muy pequeña, como la mía cuando hay que aprovechar el espacio, tachones y trazos y figuras y decorados (Charles Spencer se dedicaba a hacernos soñar) que harían palidecer al mejor creador de storyboard. Imagino notas, blue notes y pentagramas de renglones algo torcidos. Imagino unas hojas sin cuadricular, manchas y restos de cafés y otras historias. Imagino obras maestras. Imagino frases de amor dirigidas a Paulette, a Edna y a la más desconocida de las starlettes que soñara con poblar el Hollywood que no hablaba. Imagino corazones. Imagino lo que a un adicto al sexo pudiera anotar en su cuaderno. Imagino bocetos de bigotes, de gallatas y de bombines. Imagino una bola del mundo. Imagino quimeras. Imagino lágrimas.

Pero lo que más imagino hoy son esas blue notes de la libreta. Lo que más imagino son las fusas y semifusas del día, o la noche, o el tiempo que le costase redondear la idea, en que comenzó a imaginar lo bien que le podría ir unas simples notas, notas que conformarían la canción más simple pero más hermosa del mundo, a esa película que acababa de esbozar en la libreta desastrada y descuidada. Pensando en tiempos mejores en tiempos que ya eran modernos, Charles Spencer, otro de los mayores hijos de puta que han podido vivir en este mundo de franca porquería, se quedó más ancho que largo juntando notas en esa libreta imaginaria. Años después, bastantes años después, me levanto un domingo por la mañana, octubre, se acaba el mes. Y vete a saber por qué a medias entre el inconsciente, a medias entre lo que acabas de soñar, no se te pueden quitar de la cabeza esas simples notas que conforman la canción más hermosa del mundo. Por sencilla y por preciosa, que son algunas de las cosas más bonitas que decírsele pueden a la persona a la que más quieras. Y me pongo en repeat esa canción y descubro versiones que me vuelvo a poner en repeat. Y le vuelvo a dar las gracias  a ese grandísimo hijo de puta de Charles Spencer por anotar en la libreta que me acabo de imaginar todas esas cosas que juntas llevan diciéndome durante dos días: Smile.

Se acabará octubre, pero otras cosas afortunadamente no.

lunes, 24 de octubre de 2011

Here's that rainy day

Qué hubiese ocurrido si. Frase que nos encantaría utilizar en más de una ocasión a lo largo de nuestra vida y más allá, en momentos de la historia que se hubiesen ahorrado a tipos como “poned vosotros los nombres”. Sí, qué hubiese ocurrido en todos esos casos. El caso es. Qué hubiese ocurrido si Sam hubiera sido un apasionado del ukelele. Me explico, porque no quiero que se me tache de algo que no merezco. Qué hubiese ocurrido si por la puerta entra ella y de repente, tras pedirle que la toque y Sam le diga que no sabe a qué se refiere, qué hubiese ocurrido si los compases que toca Sam no hubieran sido al piano sino al ukelele. Pues que Casablanca sería la misma obra de nuestros sueños y él hubiese acudido a echarle la bronca a Sam por haber vuelto a tocar… Y entonces él mira a ella. Gran momento Pumares, Antena 3 Radio. El ukelele a la misma altura que la cítara de Anton Karas, El tercer hombre (quién conocería la cítara si no es por). No miento, el binomio ukelele y jazz existen. Ya en los twenties. Sólo que Sam no era hawaiano (y me viene a la cabeza aquello que le mandé por navidad a mi fuente de inspiración en que le contaba que Sam conocía al filipino de El apartamento. Total, filipino que hawaiano, quítame allá esas pajas, con perdón, cierro paréntesis).

El ukelele, el jazz y As times goes by. La explicación.


Decía ya en los twenties. El ukulele suele recordar (o huele) a momentos simpáticos. O de chanza. O de “oh aloha Hawai”. Pero en Blue Valentine Ryan Gosling y Michelle Williams con un ukelele, ella bailando y el falsete de Gosling, hacen el mejor momento de la película. Sí, ya sé que no tiene que ver mucho con el ukelele y el jazz, pero qué quieres que le haga si Michelle se me pone a bailar:


Y en esta otra película, que se llama The jerk y no es ninguna idiotez, que merece ser buscada para posterior visionado sólo por esta escena, la cosa suena igual de maja. La cosa pertenece a los twenties, ha llovido desde entonces, y lozana sigue. Quién nos iba a decir que el ukelele. Ya ves. Comienza el día a todo llover y resulta que es el momento perfecto para reivindicar un instrumento. ¿Y ha tenido que llover para todo esto?

lunes, 17 de octubre de 2011

You, you, you

Una vez más ellos tienen que venir

Night and day pienso en ti, aparte de que es una de las cosas más hermosas que se pueden decir, es algo que cada cual le dice a su one y yo no quiero ser una excepción. Night and day le decía Cole Porter a su esposa y a otra persona más masculina. Desconozco a quién de noche, a quién de los dos de día. Night and day se lo puede decir cualquiera a quien quiera, que para eso se hizo el amor. Night and day le diré yo a alguien no a mucho tardar. Night and day le cantó Lady Day a quién, me digo yo, Lady Day and night, sin recibir ningún cariño de vuelta. Night and day se lo cantó Fred Astaire a Ginger, a quien jamás osó besar, un night and day eterno en B/N. Night and day jugaba Sonny Rollins con esa canción sin apenas exponerla. Tantas noches en el Village. Night and day cantó Ella, como quien no quiere la cosa, como si cantar esa canción fuera la cosa piu facile del mondo. Night and day, you are the one, beneath the moon or under the sun. Quede claro que no cuentan los días nubosos, porque esos son los días malos que todos tienen, me and you too. The one.

lunes, 10 de octubre de 2011

Un poco loco

Bud Powell


Un poco loco, composición de Bud Powell que se llama tal cual, no es una traducción. Bud Powell compuso otro tema que se llamaba Halucinations. Lo que a mí me alucina fue escuchar por primera vez el bop. Si hay un estilo de jazz que esté un poco loco es el bop. El be bop que se inventaron Charlie Parker y Dizzy Gillespie. Dizzy es estar un poco mareado. Que debe de ser una de las etapas previas a estar un poco loco. Que es como se sentía uno al escuchar el desvarío de Dizzy inventándose el be bop. Pewro ni Parker ni Dizzy, a pesar de su sobrenombre (Parker era un pájaro pero no loco), son lo que podría indicar su simple escucha. No, nadie estaba loco, aunque se hicieran los locos. Pero Powell, pero Thelonious. Un poco si te llamas o te llaman Thelonious, un nombre que ni había escuchado antes de él ni leído u oído más veces. Su hijo, de hecho, batería para volverse loco, se llama T.S. como su padre Thelonious Sphere, otro nombre para marearse dentro de una esfera.

No, nadie estaba loco pero Powell y Thelonious. Eran tal para cual en unos sentidos y en otros, los dos igual de papás del piano moderno. Tocar cuarentaicinco minutos el piano sin levantar el pedal, si es que ya no iba pedal, era frecuente en Bud. Una foto de los dos que encuentro en mi etapa blogia. Le dice Helena Bonham Carter pero qué  dices cuando Woody le propone nombres (algunos de sus héroes musicales) para su hijo: Thelonious le espeta, porque un nombre (que parece de mentira) así en verdad se espeta más que decirlo y no era una broma. Helena le mira mal. Y quizá con ojos de loca. Thelonious tiene su universo propio, dice el lugar común, y algunos temas se llaman Misterioso (tal cual y no es tampoco ninguna traducción), Hackensack, que suena de locos pero que sólo era el pueblo donde había que ir para que te grabara Rudy Van Gelder. Pero Thelonious, si estaba loco, escribía también Ruby my dear o Panonnica, loco por su hija o por la baronesa de Koenigswarter, que le dio refugio y otras más cosas en su casa.

Y entonces In walked Bud, que la compuso Thelonious Sphere. Y Bud se fue hasta Europa a ver si le trataban como a un loco o se volvían así por él. Y entonces los cuarentaicinco minutos y en Suecia y en Francia y aquí seguro que no porque todavía éramos el país de un solo loco. Y entonces se quedaría en París y envidio, muy cochino, a los franceses que alrededor de la medianoche lo escuchasen noche sí, noche también. Jazz in Paris, un auténtico amour fou. Y Thelonious Sphere se retira del mundo un poco harto, porque su cabeza ya no es de este mundo. Y no le vemos ni le oímos y lo vemos y nos vamos con él con la imaginación, que es la forma más cuerda y aceptada por todos de volverse loco. Y entonces Bud también sigue tocando el 52 nd Street Theme que le regaló Thelonious Sphere y todo es una esfera que se expande y los antidepresivos no dan abasto y ahora solamente me queda por experimentar un chorus demente de Monk y otro rociado de la insania de Bud  (y ver las noticias y jurar en hebreo y dar un puñetazo en la mesa y  poder decirle al mundo que aquí entre todos nos hemos vuelto completamente locos).

lunes, 3 de octubre de 2011

Quo vadis

Es Diana Krall


Quo vadis, jazz, me piden que me pregunte. Quo vadis y eso es lo que me gustaría saber a mí. Pongamos una fecha, 2001, y diez años (Un 11 y una S) que para muchos en el mundo han sido más que una odisea. Para ser un Odiseo hay que regresar a casa, donde espera la Penélope de cada cual. Y el jazz tiene que regresar, a sus orígenes o no, o volverá a emprender un rumbo que no sé si desconoce el propio jazz. Porque si caminos hay en el mundo, el jazz ha tomado todos y cada uno. Jazz fusión, que es un término más viejo que el siglo XXI, término que no es un fin sino un medio que muchos emplean para darle al jazz un poco de vida. Jazz confusión, en algunos casos. Me gusta lo que hace Chano, me gustan los caminos de Perico Sambeat. Si de jazz en España hablamos. Me gusta Esperanza Spalding, que tiene un nombre que ya es una declaración de principios. Gracias por ti, Esperanza, y por esa imagen que das. Cada vez que te veo, me siento rejuvenecer.

Y hay tantos de ellos y ellas que viajan a España y a Europa, y tantos que parece que les dan más importancia a los territorios europeos y de allende sus mares. Y Wynton y Brandord y Mehldau y los viejos leones (Hank  Jones, que tocó con los dioses, vivió y siguió viniendo, a Dios gracias, que lo tiene cerca ya, escuchando jazz). Y los jóvenes que cada vez son menos jóvenes, porque a cada minuto salen otros babies que hacen palidecer a sus mayores. Y habrá más fusiones y confusiones, pero seguirá el Chico Corea. Y seguirá enfadado Keith Jarret porque alguien del público no se calla. Y Diana Krall lo mismo pero con armas de mujer. Y cada vez se oyen más cantantes, se abrió la veda, cantantes casi todas ellas. Quo vadis, me hacen preguntar. Me falta memoria y espacio para decir todos, la buena gente que sigue y seguirá y sigue Papá Rollins que no se cansa de tocar. Y en los festivales habrá pop y hasta rock y folk y Bela Fleck y Herbie Hancock dirá que eso está bien. Y ayer oigo a Robert Glasper y toca Nirvana y me digo que eso está bien. Y termino sin saber que Quo vadis. Y me respondo que cada cual tiene su jazz propio o un pedacito y su propio concepto. Y el año pasado le dije a G. que si había oído todo que tenía por oír. Y G. me nombra a Tania Maria y me salta de repente Brasil y entonces no sé los caminos que hay ya y dejo de pensar. Salvo en G. y en quo vadis, jazz.