lunes, 1 de agosto de 2011

Paul

Me inspiran por ahí el nombre de Paul Robeson y lo primero que me viene a la cabeza, lo primero que me inspira, son los work songs. Me viene a la cabeza su voz de barítono acojonante y las escenas son de negros con sombrero de paja tostándose inútilmente la piel oscura al sol. Yeah, man. Me viene a la cabeza Cannonball Adderley y su Work song que le compuso su hermano Nat. Así mucho rato, hasta que los títulos de crédito con esa cantinela negra de fondo se acaba y se funde en un flashback con la América de los años 20. Justo cuando este Paul Robeson comienza a dar mal. Negro y jugador de fútbol americano. Negro y actor. Negro y abogado. Negro y mosca cojonera. Negro y escritor.

La negritud, como molestaba a muchos, como todavía molesta aunque no lo digan, era la mejor arma de Paul. Era tu mejor arma, Paul, y permíteme la confianza. Y como lo sabías, por eso te negaban el pan y la sal. Jodía que jugaras como mil blancos al mal llamado fútbol americano. Por eso me entero de que por ser negro una gilipollas de tomo y lomo te negara mecanografiar tu palabra de abogado. Y vas y te marchas a Rusia. La cagamos, Paul. Encima te hiciste amigo de los rojos. Rojo y negro. Mientras Malcolm X andaba a gatas, tú le buscabas siempre los tres pies al gato. Y hacías migas con Mahatma, con Serguei Mijailovic Einsenstein y te adoraba Ernest Hemingway. Pero por encima de todo cantabas. Por lo menos para mí cantabas. Que es la mejor manera que puede haber de decir las cosas.

Y te viniste a la España republicana para decirle que no a los de siempre. Sí, ésos. Pero como era una batalla perdida, tampoco te des mucho mal. Gracias, de mi parte. Y entretanto seguías cantando con esa voz que te dio Dios. Y a Él fue al primero al que le cantaste esas cosas que sólo sabéis cantar los negros. Yeah, man. Y también les cantaste las cuarenta y les dijiste que no a los que no saben vivir. A los de siempre, ya sabes, a McCarthy, a Hoover, a la infame triple K. Y mientras, le decías que sí al padre del E=mc2. Y la caza de brujas te quiso humillar y tú les contestaste que a tu padre lo usasteis como esclavo y que aquí moriré, en esta misma tierra que me parió libre. Y seguiste haciendo películas. Indies y a mucha honra. A mucha honra, Paul.

Y tú seguirás cantando. Y tu voz acojonante de barítono seguirá diciendo que Ol’ Man River. Y después me sentiré muy pequeño y nada tendrá sentido. Poco o nada tiene sentido, Paul.

2 comentarios:

Olvido A. dijo...

Era un gigante. Quizá por eso me duele que no se le estudie en los libros de Historia. Porque deberíamos aprender más de los héroes y los gigantes y menos de los asesinos y cobardes. ¿No crees, sweetie?

Uno de los nuestros

josé miguel dijo...

Porque no vende, fíjate que todo lo que defendía era positivo, y todos los que le atacaban, negativo. Así nos va y nos seguirá yendo.

Uno de los nuestros, sweetheart.