martes, 13 de septiembre de 2011

Do you know what it means

Fotograma de la película Louis  (2010)

Nos vamos a ir a Storyville. Nos vamos a ir a Nueva Orleans. Iba a decir una palabra más gruesa porque Storyville era un barrio donde trabajaban las putas e iba a decir otra cosa más gorda pero he empezado Nos vamos a ir a Storyville. Para hacer eso tendríamos que estar en 1900 o 1905. Ó 15. El caso es que nos hemos ido a Storyville y dejémonos de pamplinas. Nos podemos ir al Downtown o al Uptown, vosotros elegís. Yo me iría primero al Downtown, más que nada para luego comparar. En el Downtown hay gente blanca que han creado clubes donde se escucha música. Una música sincopada, un poco rara para la época, pero que nosotros que venimos del futuro ya conocemos aunque allí en el club poco sospechan de nuestra procedencia o de quiénes somos. Es cierto que se han quedado mirando cómo vestimos, pero eso es otra historia. Estamos en un club del Downtown regentado por blancos. Algo finos ellos, pero la bebida era buena. Nos hemos quedado hasta altas horas de la madrugada. Había un trompeta que no sonaba mal. Pero más allá del alcohol, buen alcohol ese, nos hemos ido preguntándonos por el Uptown. Hemos oído tantas cosas sobre él.

Y ya estamos en el Uptown. Esas cosas que habíamos oído que las veremos más por la noche, nos avisan. Y ya es de noche y en verdad que los tipos que vemos no los habíamos visto antes por la calle. Nos han dado un par de nombres y hasta allí nos vamos. Ya en la puerta un individuo que parecía tuerto, negro por supuesto, nos ha mirado mal. Como suele decirse, (¿se inventó ahí la expresión?) nos ha mirado un tuerto. No lo he dicho pero mi acompañante va vestido de hombre sólo para entrar al Uptown. Cuidado con las damas, nos habían avisado de nuevo. Así pues mi acompañante ha remendado uno de mis mejores pantalones y se hace pasar por uno más de nosotros, aunque ya el tuerto la miró mal y más cuando entramos al club del Uptwon. Y todo es diferente. La música es diferente, las putas son diferentes, las edades de las putas también, y un negro chato pero endiablado toca la corneta, no tendrá más allá de 15 años, le digo a mi acompañante travestida. Y el alcohol es servido en bandeja de plata, y el humo ciega y embriaga. Y hay muchas más cosas que no habían en el Downtown y que aquí corren como la pólvora. Y las putas te llevan a la habitación pero ese negro que toca la corneta (el pequeño Louis, me dice la puta) se sigue oyendo, y a mi acompañante la pierdo de vista y no sé más de ella hasta que me duele la cabeza por la mañana y la veo entre neblinas y ambos dos nos vamos, sólo que ella ya no va vestida con mis ropas y ya se ven las diferencias entre lo que era y lo que es.

Y esa música todavía me retumba en los oídos (corneta, un violín que sonó entrada la madrugada en un instante de silencio, y una pianola que reproducía un rag, Scott Joplin, le dije a la puta, y ella se encogió de hombros como sin saber de quién demonios le hablaba. Y el pequeño Louis con unos periódicos  debajo del brazo, no suelta su corneta, entra por la puerta del burdel y ya no le veremos más, cuando pasa por nuestro lado dibuja una sonrisa y le vemos los dientes y nos reímos también y se cierra la puerta. Cerramos los ojos, yo los cierro y estamos otra vez en casa y mi acompañante duerme a mi derecha y yo me levanto y pongo un rag de Scott Joplin y lo pongo bajito y me acuerdo de la tuba del burdel y de la edad de las adolescentes que se sentaban en las sillas). Y entonces alguien dijo que había inventado el jazz.

No hay comentarios: