lunes, 30 de septiembre de 2013

Rose

Edith y Marlene unidas.

No te culpo si cuando te vayas a esa isla desierta a la cual todos acabamos por ir, te llevas o te metes en la maleta esa canción de Louis que no es de Louis, pero que una vez la tocó la hizo suya, porque parece que estaba hecha para él, cuando en realidad ya sabes que es la canción que el mundo entero sueña que le escriban, y hubo una primera vez que la cantaron, y esa primera vez lo hicieron en el idioma francés y una francesa de ésas que ya no se ven y que volvió locos a los demás partenaires, franceses o no, la inauguró très bien porque esa francesa tenía el indudable charme que hay que tener para que te digan que tienes charme. Quedan al descubierto indudables evidencias en blanco y negro, porque esta mujer (Mujer, empleo la mayúscula) sólo supo vivir en B/N , y ahí quedan esas evidencias, digo, como un beso que Francia y Alemania entera se parecen dar en un momento en que los demás andaban con guerras frías. Ahí quedan pues las evidencias para el que las quiera, yo las quiero, tú las quieres, nos gusta mirar evidencias. De verdad fue esta paz conquistada por un beso entre una Francia y otra Alemania, o entre una Alemania y otra Francia, con la comunión de dos vidas que, ay, ya quisiéramos tú y yo revivir, vivir, en definitiva. Qué dirían hoy de algo así. Amor, love, liebe, amour. Tout rouge entre dos, o mejor dicho, tout rose, la vie en rose ¿por fin sabes lo que esa canción te quiere decir?  

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