Cortázar quería a la trompeta, quería jazz.
El tema propuesto para esta semana era doble, como las
sesiones dobles de cine que ya no existen si no es en la pantalla de un
ordenador. Me resulta halagador que mi fuente de inspiración me proponga, que
siga proponiendo temas que no son sino intentos desesperados de mantener el
blog en niveles que resulten aceptables y sí, me gustan los post como quedan (y
sigo preguntándome si puede pluralizarse el anglicismo post). Para escribir el
post de esta semana me tengo que abrir el Spotify y escuchar. Porque para
escribir este post hay que escuchar. El tema propuesto por la inspiración se
desdoblaba. O me iba a los orígenes del jazz en Barcelona, o me quedaba con la
Jazzuela de Julio Cortázar y el jazz. Como soy un vago en ocasiones, y ésta es
una de esas ocasiones, me pongo Jazzuela, el disco Jazzuela. Una vez más. Qué es
jazzuela.
Porque para saber lo que es Jazzuela es conveniente haber
leído esa obra de discurrir que es caótico pero a la vez ordenado de Rayuela. Si
no lo has leído, allá tú, pero también se puede escuchar Jazzuela. El por qué
de la conveniencia: cada canción de Jazzuela está escrita blanco sobre negro en
la obra de Cortázar. Me olvidé de nombrarte, che, pero así son las cosas en un
post que va a resultar tan caótico y ordenado como tu novela. Y ahí está el
juego de palabras del disco, que ya no es LP sino CD. Los tiempos cambiaron
hasta para eso, que tú los escuchaste en esos viejos vinilos, seguro que los
tenías de 78.
Y así empezamos por Bessie, maravillosa Bessie, a woman with
two balls y más cosas y te rompe con el Empty Bed Blues, malnacidos si había
gente capaz de dejarle una cama vacía a una mujer como Bessie, de insensateces
vive el hombre (porque luego Bessie te cantaría ese blues y la cama no quedaría
más desierta). Y Jelly Roll, con ese apodo que alude al tamaño de su falo,
recuerda con otro blues a su mami. Y un bluesman Bronzy canta un blues que se
llama Get back, todo son regresos, añoranzas y llenar camas vacías sin mamis. Y
Coleman Hawkins se inventa Body and Soul y es como ver un cuadro de Picasso. Y
el Save it Pretty Mamma. Otra mami, qué será lo que tengas las mamis para los
negros. Y el blues no quiere dejarnos, ya van dos mamis, una cama vacía, y me
dejo a Bix, nuestro Bix, sweetie, que canta algo así como Jazz me blues y no
quiero recordar lo que significa jazz, porque habría que poner ese rombo tras
otro para traducir lo que quiere que le hagan Bix con su trompeta.
Y sigue la fiesta con trompetas que te dicen que vuelven a
Virginia y me alegra que nombraras a Frankie Trambauer en tu novela. Así la gente
sabrá de ese trombón. Y Bessie vuelve a ponernos cachondos diciendo que es una
Baby Doll, que no es la película sino 40 años antes una canción de Bessie. La
voz de Bessie. Y no tengo a nadie, dice Earl Fatha Hines, no tengo a nadie si
no tengo mujeres como Bessie. Añoro ser de la banda de Bessie, lo añoramos,
che. Las noches son muy largas en el autocar (o era uno de esas furgonetas, y
la noche y las cunetas y tú eras Bessie, había poca luz y éramos muy pocos en
la carretera). Pero escucha ese piano que llora I ain’t got nobody. De verdad que
lo dice.
Y de la nada surge Dizzy y dice Good Bait y la trompeta
tiene aires cubanos en la percusión, todo es cuestión de escucharlo. Esa
orquesta suya y de repente se oye be bop. El único bop del disco. Porque pronto
volvemos al blues y al acetato de los antiguos y al raspar de la aguja y los
Kansas City Six se arrastran a las cuatro, que no puede ser más que de la
madrugada porque si alguien se arrastra a las cuatro tiene que ser después de
una noche de jazz, mujeres y negritud. Y por fin llega Louis con un blues, cómo
si no iba a ser. Y le canta un blues a un perro amarillo y eso sólo lo puede
hacer la voz de Louis. Y le ruega a una mujer que no juegue con él, con el
pobre Louis no juegue nadie. Mala mujer. Y por blues que no quede, que falta
Bill Bronzy again y Oscar Peterson y los Chocolate Dandies que tienen un nombre
tan apetecible como manifiesto. Black is black. Louis, ¿otra vez por aquí?
Pasa, el honor es nuestro; el mundo, tuyo. Y con Duke llegamos a ese tipo de orgasmos. Al
fin y al cabo si la cosa no tiene swing… Es jazz, ya lo sabes, lo sabemos tú y
yo y no quiero traducir. Qué si no si el propio Duke dice Hot and bothered. Y
el post llega al fin, por eso dejo un par de blues para el final, no es
cuestión de desviarse, che, la que armaste si nosotros somos tan reservados.
Claro, sólo somos a veces.
2 comentarios:
Pues fíjate que no conocía el disco. Y heme aquí de cabeza al Spotify. Y que ya suena en mi casa, ahora mismo.
Gracias José.
Buenos días. Un beso.
Me alegro de que lo hayas descubierto gracias a mí :)
Un beso, buen día, Zoe.
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