(C) Will Counts en 1957, testigo directo de la infamia
No me imagino a un Charles Mingus español ayer. Por la noche. Bramaría. No me
imagino escuchar una buena palabra de sus hipotéticos compatriotas en una noche
en la que tenía que haber llovido pero no llovió. Que era lo único previsto
para este domingo que no fue como se esperaba. No, no me imagino a Mingus ayer
español y menos callado. Si me lo imagino, ayer Mingus seguro que hubiera usado
un twitter, lo mismo, para empezar y no acabar. No me imagino un twitter sin
gente como Mingus. Mingus y la raza negra del jazz de los 60 usando twitter. Charles
Mingus empezaba y no acababa. Dudo mucho que sepan aquellos del balcón de ayer
quién era Charles Mingus. Que siempre se escribe Charles pero todos le llamamos
Charlie. Los que le conocemos, vamos. Pues eso, que ayer por la noche Mingus
estaría muy ocupado si hubiera sido español y no se hubiera muerto por segunda
vez del intento. Lo imagino en la hipótesis más jugosa del jazz contemporáneo twiteando,
bebiendo, más cosas, y escribiendo en un pentagrama improvisado entre licores y
esas otras cosas. La mala leche, por ejemplo. Diciendo damn it y acordándose de
todos nosotros. De sus hipotéticos, más hipotéticos que nunca, compatriotas. Congéneres
forzosos. Damn it.
Charles, Charlie para los que le conocemos, hubiera tenido esa
chispa de inspiración que suele visitar a los genios que necesitaban achisparse
en el momento adecuado. En ese momento. Seguramente Mingus todavía no se habría
levantado hoy, porque aparte no le daría la gana respirar el mismo aire que
otros. Un aire parecido al que en 1957 respiraba uno de los seres más infames que
ha parido madre. En 1957 un ser humano (sí, también tienen derecho a vivir)
llamado Orvel Faubus, gobernador del estado de Arkansas, USA, no tuvo mejor
ocurrencia que impedir la entrada de estudiantes de raza negra en los institutos
de Little Rock. Lo menos que merecía este político (pausa. Político) era que le
twitearan a mansalva, que se acordaran de su madre o que le compusieran una
canción. Mingus hizo, que se sepa, esto último. Yo no encuentro una forma mejor
y más educada para despedezar vivo el nombre de un malnacido. El mismo nombre,
Faubus, echa para atrás. Pero estamos hablando de Arkansas, de Little rock, de
Faubus, de Mingus (quién es ése), de América, de una película, de un horizonte
muy lejano. Qué me vienes tú a
contar. Coño. Con eñe. Eh, Charles, qué a cuento utilizarías tú esa
letra. Aquí esas cosas no pasan. Aquí no estamos para canciones protesta. Aquí
es una cosa de rojos. Joder, Charles, qué antiguo que estás. Mucho twitter pero
todavía con canciones. Si es que, tío, por mucha eñe que uses, ni saben quién
demonios eres. Me parece que como se enteren los del balcón… Si es que ya no te
has ido antes.
Que les den a todos, Charles.
Que les den a todos, Charles.
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