La protagonista de nuestras vidas, 1955 (c) Richard Avedon
No, simplemente no. Es imposible, arduo y complicado al
menos. Lo que me despiertan los ojos, las piernas, la cintura y el adulterio
con Spencer Tracy no me lo despierta hoy nadie, absolutamente nadie que se dedique
a mentir a 24 imágenes por segundo. Que no, que ni de lejos. Que ya he visto
suficientes muestras y fotografías y más muestras y más besos y abrazos con
Spencer, al cual odio, por tener esa cara de buena persona y por eso, por ser
la mitad de ese adulterio. Que ya he intentado buscar (encontrar es lo difícil)
la heredera, calificativo que desde ya está de más, porque el trono lo
ocupas aún hoy, y ya van unos cuantos años desde que no pudiste convencer a la
vida. Por una vez alguien te ganó. Cuál fue la clave de tu éxito, veneno para
la taquilla que te llamaban. Lo digo, no veo hoy ni tus ojos ni tus piernas ni
tu cintura. Algún insensato dirá ¿guapa? Padre, ya sabes lo que hacer con
ellos. Y lo vuelvo a decir, tus ojos, tus piernas y tu cintura nos pertenecen.
O esa cara que pusiste en la foto de arriba.
Me hubiera gustado, eso sí, que hubieras jorobado a todo el
mundo más con ese corte andrógino de tu melena, que hubieras alimentado el
morbo de los idiotas, que hubieras dado pie a que un Sálvame de la época
hubiera hurgado en tu vida privada, que se hubiera inventado tus amantes entre
las féminas y, mejor aún, que tú les hubieras dado pábulo con declaraciones ambiguas.
No me lo quiero ni imaginar, porque, de sólo pensarlo, se me hace la boca agua
y me suelto mis buenas carcajadas. Estás muy guapa con ese pelo a lo chico, te
lo digo yo.
¿Y Spencer? Párrafo para Mr. Tracy. Complicado escribir
sobre ti sin que aparezca el nombre y hombre de tus sueños. Lo lamento por la
señora Tracy, sumamente, de verdad (curiosidad, señor y señora Tracy se murieron
uno detrás del otro). Spencer, tenías que ser bueno de verdad. Pero que mucho. Me
imagino entre vosotros dos (Spencer sin su esposa, digo) y me hierve todo. Me imagino en las noches en que compartías tiempos y momentos (¿a
intervalos, existían los pactos tácitos? Mrs. Tracy tenía que amarte mucho
también). Nacer el uno para el otro tiene que ser algo que le sienta muy bien a
uno.
Y ahora vuelvo a ti. Te veo travestida, de muy joven, a las
órdenes de Cukor, en los brazos de Cary. ¿Realmente, con quién te hubiera
gustado de verdad acabar? Historias, en verdad, éstas. A mí alguna vez me llamaron
Jimmy, pero Cary es mucho Cary. Tú no viviste, amaste. Todavía no he dicho tu
nombre, tantas veces equivocadamente escrito. Te veo de monja con ganas, bebiéndote
media botella con Boggie, cantándole a una fiera I can’t give you anything but
love, baby, te veo siendo tú la fiera, mi niña, te veo comiéndote a tus
partenaires, te veo dirigiendo la película. Yo nunca te he visto, te disfruto y
eso es algo que hoy nadie, ni unos ojos, ni unas piernas ni una cintura me pueden
dar como me lo diste tú. No hay trono, tú eres el trono. Tú eres la, la única,
la que no habrá nunca. La costilla que hizo surgir al cinéfilo que llevo dentro.
La chica de Spencer. Esa puñetera dama del teatro.
2 comentarios:
Nunca lei algo que me inpactara asustara y a la vez encantara! Gracias!!! para mi ella siempre sera la mejor!
Muchas gracias por tu comentario. Celebro haber despertado esa mezcla de sensaciones. Kate merece tantas cosas... y todas buenas.
Un saludo!
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